viernes, 5 de julio de 2013

Instintos criminales.


Después de todo, esta prisión no es tan mala como se podrían imaginar quienes no la comparten conmigo, me han juzgado de psicópata, de secuestrador, asesino, y demás apelativos pero siempre lo reducen a “Enfermo mental”. Me gusta más que me llamen de ese modo, porque siento que es una combinación de todos los demás apodos y la verdad es que no puedo llevar solo uno, mis delitos fueron más allá de un simple asesino o secuestrador, hasta me siento ofendido cuando me llaman así. Ahora llevo una vida tranquila aquí encerrado, aunque no puedo decir que me arrepiento de algo de lo que hice en el pasado, al contrario, estoy seguro que si me dejan libre lo volveré a hacer, así y hasta peor.
Aquí dentro he conocido de todo tipo de criminales, desde los que se creían ser muy malos por haber asaltado la tienda de la anciana de su colonia, hasta a esos que se decían inocentes y hoy se han convertido más en basura que yo antes de entrar a este lugar. Entre ellos, hay uno que es especialmente interesante, no solo es muy guapo, sino que al entrar era demasiado introvertido, hasta donde se sabía, su familia era de dinero, y lo habían encerrado por culpa de violación. Según escuché él era director de una importante compañía dedicada a las comunicaciones, y tenía a más de doscientos trabajadores a su cargo, con los que siempre mantenía una relación muy estrecha, pues le gustaba tener un ambiente de confianza con todos ellos. Al parecer mantenía una relación con una de sus trabajadoras, a la que no le daba ni mejor ni peor trato dentro de la empresa que al resto de sus compañeros, pero se sabía que estaban liados. Él es casado, y ella era madre soltera de una niña que ahora tendrá unos doce años. Cuando la esposa de él se enteró del amorío, el director intentó todo por salvar su matrimonio, no se puede decir que fuera un mal hombre, y decidió dejar su aventura, cuando le explicó su situación a la otra mujer, ésta no lo entendió y se pasaba los días rogándole que regresara a su lado, él convencido de que su esposa era lo más importante, decidió despedirla, a lo que ella reaccionó furiosa e inventó una serie de cosas para perjudicar al director, hizo públicas fotos íntimas de los dos, y algunas solo de él, esto para demostrar que era un depravado y ella había sido solo una víctima. Al llegar todo eso a los oídos del director quiso hacer frente y fue a buscarla a su casa, donde vivía sola con su hija. Ella al verlo creyó que él estaba arrepentido y quería rehacer su relación, sin embargo, su visita solo era para reclamar su actitud, lo que ella no tomó a bien y lo corrió de su casa, jurándole que jamás volvería a saber de ella, pero la recordaría el resto de su vida.
Días después llegaron por él a su oficina unos detectives, solicitándole acompañarlos ya que había sido culpado de haber violado a una niña y asesinado a la madre. Él completamente desconcertado los acompañó e hizo llamar a su abogado, quien no tardó en llegar. Los detectives comenzaron a realizar un sinfín de preguntas, en un horario sumamente extenuante. Le tuvieron encerrado ahí más de 27 horas y la mayor parte del tiempo eran interrogaciones. Desafortunadamente para él, la mentira de la mujer fue tan perfecta que no pudieron hacer nada y ahora está aquí. Cuando me platicó todo esto, aún podía ver el dolor en su cara, se notaba que en verdad le dolía que lo hubieran culpado por algo así. Según entendí, después de que ella lo corriera de su casa, ella misma golpeó a su hija de una manera brutal y le hizo todo para que pareciera que había sido violada, para su ventaja en su casa habían tenido muchos momentos íntimos y ella completamente obsesionada, guardaba como en una colección los bellos púbicos de su amante, de lo que él estaba completamente consiente, y los utilizó para poder inculparlo. Momentos después llegó la policía a la casa, pues una mujer anónima había llamado muy preocupada diciendo que algo ocurría allí dentro que había escuchado gritos de una niña y unos momentos después a un hombre salir ocultando lo que parecería un cuerpo, incluso dio una descripción física del hombre, y que estaba completamente aterrorizada. Al entrar la policía, encontraron a la niña desmayada a un lado de cama con graves heridas y la ropa completamente desgarrada, habían grandes manchas de sangre por todos lados, que pertenecían a la madre de la pequeña, estaban por toda la casa, como si hubiera mantenido una batalla con el agresor. La policía examinó a la pequeña y descubrió señales de violación en extremo agresiva, destrozando los genitales de la pequeña y entre eso los bellos púbicos del violador. Con esto no les fue difícil descubrir quién era el causante. A pesar de haber dicho la verdad, la policía no creyó al director y le dieron sentencia.
Al entrar aquí, era blanco de muchos, pues además de guapo gozaba de un físico bueno, por lo que su familia tuvo que pagar un dineral con el fin de que no le hicieran nada. Aun así, no se ha podido escapar, al menos no de los guardias, que se encargaron de humillarlo haciéndole de todo y gritándole que era para que sintiera lo que él le había hecho a una niña, y juraron torturarlo a tal grado que le arruinarían la vida como él a esa pequeña. Él pasó varios días encerrado, y lo asignaron con todos nosotros, es decir, con los “peligrosos”, incluso, cuando lo trajeron, los guardias nos ordenaron que le hiciéramos ver su suerte y nos dijeron que estaba ahí por violar a una niña. Los demás reos furiosos o emocionados esperaban ansiosamente el momento de que pasara por cada uno de ellos. Para su fortuna, su familia creía en él y pagaron hasta lo imposible para evitar que lo siguieran torturando. Lo que fue una lástima, incluso para mí, aunque yo no pretendía hacerle nada, al menos no a la fuerza. Estuvo aislado por días, le dieron a compartir celda conmigo, pues era la mejor, aunque también la más cara, pero jamás se levantaba más que cuando le llamaban los oficiales o cuando lo buscaban sus familiares o el abogado. A penas comía, y yo disfrutaba verlo en tal miseria, me hacía sentir que mi vida sí valía la pena sobre la de él. Días después, comenzó a dar señales normales, comenzaba con algunos comentarios o incluso a pedir acompañarme a donde fuera.
Ahora es tan diferente, que apenas puedes imaginar que es ese hombre que fue culpado por algo que jamás cometió. Se le ve el rencor en los ojos, no es de los peligrosos, pero sí de los más seguidos, al parecer su inteligencia no le ayudó solo para negociosos, sino también para manipular las mentes con impulsos criminales.
Pero bueno, en realidad no he venido a contar su historia, sino la mía, que seguramente es más interesante. Así que te sugiero que te pongas cómodo y pienses de una vez en todas las groserías que podrás decirme, porque sin duda, provocaré eso y mucho más.
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Después de todo, esta prisión no es tan mala como se podrían imaginar quienes no la comparten conmigo, me han juzgado de psicópata, de secuestrador, asesino, y demás apelativos pero siempre lo reducen a “Enfermo mental”. Me gusta más que me llamen de ese modo, porque siento que es una combinación de todos los demás apodos y la verdad es que no puedo llevar solo uno, mis delitos fueron más allá de un simple asesino o secuestrador, hasta me siento ofendido cuando me llaman así. Ahora llevo una vida tranquila aquí encerrado, aunque no puedo decir que me arrepiento de algo de lo que hice en el pasado, al contrario, estoy seguro que si me dejan libre lo volveré a hacer, así y hasta peor.
Aquí dentro he conocido de todo tipo de criminales, desde los que se creían ser muy malos por haber asaltado la tienda de la anciana de su colonia, hasta a esos que se decían inocentes y hoy se han convertido más en basura que yo antes de entrar a este lugar. Entre ellos, hay uno que es especialmente interesante, no solo es muy guapo, sino que al entrar era demasiado introvertido, hasta donde se sabía, su familia era de dinero, y lo habían encerrado por culpa de violación. Según escuché él era director de una importante compañía dedicada a las comunicaciones, y tenía a más de doscientos trabajadores a su cargo, con los que siempre mantenía una relación muy estrecha, pues le gustaba tener un ambiente de confianza con todos ellos. Al parecer mantenía una relación con una de sus trabajadoras, a la que no le daba ni mejor ni peor trato dentro de la empresa que al resto de sus compañeros, pero se sabía que estaban liados. Él es casado, y ella era madre soltera de una niña que ahora tendrá unos doce años. Cuando la esposa de él se enteró del amorío, el director intentó todo por salvar su matrimonio, no se puede decir que fuera un mal hombre, y decidió dejar su aventura, cuando le explicó su situación a la otra mujer, ésta no lo entendió y se pasaba los días rogándole que regresara a su lado, él convencido de que su esposa era lo más importante, decidió despedirla, a lo que ella reaccionó furiosa e inventó una serie de cosas para perjudicar al director, hizo públicas fotos íntimas de los dos, y algunas solo de él, esto para demostrar que era un depravado y ella había sido solo una víctima. Al llegar todo eso a los oídos del director quiso hacer frente y fue a buscarla a su casa, donde vivía sola con su hija. Ella al verlo creyó que él estaba arrepentido y quería rehacer su relación, sin embargo, su visita solo era para reclamar su actitud, lo que ella no tomó a bien y lo corrió de su casa, jurándole que jamás volvería a saber de ella, pero la recordaría el resto de su vida.
Días después llegaron por él a su oficina unos detectives, solicitándole acompañarlos ya que había sido culpado de haber violado a una niña y asesinado a la madre. Él completamente desconcertado los acompañó e hizo llamar a su abogado, quien no tardó en llegar. Los detectives comenzaron a realizar un sinfín de preguntas, en un horario sumamente extenuante. Le tuvieron encerrado ahí más de 27 horas y la mayor parte del tiempo eran interrogaciones. Desafortunadamente para él, la mentira de la mujer fue tan perfecta que no pudieron hacer nada y ahora está aquí. Cuando me platicó todo esto, aún podía ver el dolor en su cara, se notaba que en verdad le dolía que lo hubieran culpado por algo así. Según entendí, después de que ella lo corriera de su casa, ella misma golpeó a su hija de una manera brutal y le hizo todo para que pareciera que había sido violada, para su ventaja en su casa habían tenido muchos momentos íntimos y ella completamente obsesionada, guardaba como en una colección los bellos púbicos de su amante, de lo que él estaba completamente consiente, y los utilizó para poder inculparlo. Momentos después llegó la policía a la casa, pues una mujer anónima había llamado muy preocupada diciendo que algo ocurría allí dentro que había escuchado gritos de una niña y unos momentos después a un hombre salir ocultando lo que parecería un cuerpo, incluso dio una descripción física del hombre, y que estaba completamente aterrorizada. Al entrar la policía, encontraron a la niña desmayada a un lado de cama con graves heridas y la ropa completamente desgarrada, habían grandes manchas de sangre por todos lados, que pertenecían a la madre de la pequeña, estaban por toda la casa, como si hubiera mantenido una batalla con el agresor. La policía  examinó a la pequeña y descubrió señales de violación en extremo agresiva, destrozando los genitales de la pequeña y entre eso los bellos púbicos del violador. Con esto no les fue difícil descubrir quién era el causante. A pesar de haber dicho la verdad, la policía no creyó al director y le dieron sentencia.
Al entrar aquí, era blanco de muchos, pues además de guapo gozaba de un físico bueno, por lo que su familia tuvo que pagar un dineral con el fin de que no le hicieran nada. Aun así, no se ha podido escapar, al menos no de los guardias, que se encargaron de humillarlo haciéndole de todo y gritándole que era para que sintiera lo que él le había hecho a una niña, y juraron torturarlo a tal grado que le arruinarían la vida como él a esa pequeña. Él pasó varios días encerrado, y lo asignaron con todos nosotros, es decir, con los “peligrosos”, incluso, cuando lo trajeron, los guardias nos ordenaron que le hiciéramos ver su suerte y nos dijeron que estaba ahí por violar a una niña. Los demás reos furiosos o emocionados esperaban ansiosamente el momento de que pasara por cada uno de ellos. Para su fortuna, su familia creía en él y pagaron hasta lo imposible para evitar que lo siguieran torturando. Lo que fue una lástima, incluso para mí, aunque yo no pretendía hacerle nada, al menos no a la fuerza. Estuvo aislado por días, le dieron a compartir celda conmigo, pues era la mejor, aunque también la más cara, pero jamás se levantaba más que cuando le llamaban los oficiales o cuando lo buscaban sus familiares o el abogado. A penas comía, y yo disfrutaba verlo en tal miseria, me hacía sentir que mi vida sí valía la pena sobre la de él. Días después, comenzó a dar señales normales, comenzaba con algunos comentarios o incluso a pedir acompañarme a donde fuera.
Ahora es tan diferente, que apenas puedes imaginar que es ese hombre que fue culpado por algo que jamás cometió. Se le ve el rencor en los ojos, no es de los peligrosos, pero sí de los más seguidos, al parecer su inteligencia no le ayudó solo para negociosos, sino también para manipular las mentes con impulsos criminales.
Pero bueno, en realidad no he venido a contar su historia, sino la mía, que seguramente es más interesante. Así que te sugiero que te pongas cómodo y pienses de una vez en todas las groserías que podrás decirme, porque sin duda, provocaré eso y mucho más.
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viernes, 7 de diciembre de 2012

Volví a comenzar


Fue tan inesperado, estaba sentado en ese pequeño café con las manos sobre la mesa, recordando tantos momentos que pasé a lado de ella, en las afueras caía una suave brisa que me daba una vista acogedora, pero también melancólica. Respiraba y sentía el calor del lugar envolviendo mi cuerpo, recordaba aquellos días en los que encaprichado la hacía caminar bajo la lluvia, sé que lo odiaba, pero yo en verdad amaba esos momentos. También llegan a mi mente tantos detalles que tuve hacia a ella, para demostrarte lo mucho que la amaba, pero ni así lo lograba entender.

Recuerdo cuando, en ocasiones me sentía solo y necesitaba de ella, simplemente me miraba y me decía <<Tú te lo buscaste, las cosas no son gratis>>, en cambio yo siempre estuve para cuando me necesitara. A un lado de mí habían algunos hombres que platicaban divertidos experiencias pasadas, yo los encontraba desesperantes, pues hacían mucho ruido entre risas y voces casi gritando, aún así cuando lograba regresar, volvía a preguntarme ¿En qué fallé? Creo que hasta ahora no puedo responderlo.

De pronto uno de los hombres que hablaban en la mesa de a un lado se acercó a mí, me hizo un comentario simpático y yo respondí con un gesto de indiferencia, me pidió acompañarme unos minutos, me dijo que llevaba algún tiempo mirándome y que notaba cierta tristeza en mí. Con una mueca de indiferencia lo miré a los ojos, y lancé una pequeña sonrisa <<¿Ah sí? ¿y cómo lo has notado?>> le respondí sarcástico.
-No es difícil darse cuenta, si fijas tu mirada en la lluvia, y lanzas suspiros continuos - Dijo él.
-Es porque la lluvia me trae recuerdos del pasado – dije lanzando un suspiro más.

Se sentó a mi lado y comenzamos a platicar, curiosamente me desvió el camino, comenzó a hablar sobre sus amigos, que hacían escándalo y que a un hombre como yo seguro le molestaría, yo aún indiferente intentaba desviar su mirada, y desmostrarle que por el momento no me interesaba conocer a nadie, tal vez su intención era solo hacerme sonreír, y después de mucho lo consiguió. No sé en qué momento ocurrió, pero también él empezó a reír de lo que yo le contaba, a fuera la lluvia caía más fuerte, los hombres que lo acompañaban, se fueron despidiendo uno a uno con forme avanzaban las horas, pero él seguí ahí, conmigo. Fueron momentos realmente buenos, hizo que sacara de mi mente lo negativo que la llenaba de vacío y me hacía recordar momentos divertidos de mi vida, e imaginar, además muchos de los de él. Reíamos bastante, no parecíamos desconocidos, parecía que antes nos hubiéramos conocido y que el destino nos hubiera vuelto a unir.

Se interesaba de todo cuanto yo le platicara, cuando la plática se ponía más sería, me miraba a los ojos y luego volteaba su mirada a la mesa, haciendo un gesto de comprensión. ¿Cuántas veces no esperé de ella ese gesto?, él solo me miraba, y al final me lanzaba una hermosa sonrisa, encogía sus hombros y me decía cualquier cosa, tal vez simple pero atinada, que transformaba el instante. En un momento, quise contar sobre ella, pero él me desvió la platica, y me contó lo que hacía con su familia, las películas que prefería, y al terminar, me dijo que no quería que recordara malos tiempos, que ahora ya no lo necesitaba. Y tenía razón, hacía mucho tiempo que yo no compartía momentos tan agradables con alguien.

La lluvia comenzó a detenerse, y cada vez teníamos menos qué contar, así que después de un rato decidimos retirarnos, me pidió mi teléfono y no se lo quise dar, le dije que si el destino lo quisiera, otra vez nos volveríamos a encontrar, él hizo un gesto de comprensión pero también de decepción, le di la mano y le robé un abrazo, le di las gracias por haberme recordado lo que es reír con alguien sin que se burlen de mí, él me tomó del hombro y me dijo una palabras que aún tengo en la mente <<Un hombre como tú no debe buscar en alguien más, sino en si mismo, porque las cosas o las personas llegan traídas por el destino>>.

Fueron sus últimas palabras y se marchó. Yo esperé unos segundos y salí tras de él, el pavimento aún estaba mojado, se sentía el frío de la lluvia, y caminé a casa. Extrañamente mis labios marcaron una sonrisa durante el trayecto, y mi pensamiento solo estaba en él, pero esperen… ¿Cómo se llamaba? No lo pregunté.

Él me hizo sentir lo que ella jamás quiso hacer, me hizo sentir que tengo fuerza, y que merece la pena volver a intentar, una y otra vez. Después de ese día regresé al café en alguna hora similar hasta volverlo encontrar, y así fue, tres días después y ahí estaba, me miró, dibujó una sonrisa en su rostro y me invitó a sentarme junto a él. Desde ese día, yo volví a comenzar.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Y ahora vuelves...


Vuelves a pedirme perdón y decirme que fuiste una estúpida al dejarme ir. ¿Por qué hasta ahora? ¿Qué no te das cuenta? Te esperé mucho tiempo, fui fiel a tu amor desde ese día en que me pediste que no te buscara más, que necesitabas conocer más hombres y aprender más de esta vida tan corta. Aún recuerdo el día exacto y tus palabras, sílaba por sílaba. Me pediste salir a dar un paseo por el parque que está cerca de tu casa, nos reímos y nos divertimos como niños pequeños, jugamos con el pasto, mirábamos pasar a las personas y yo te escuchaba mientras decías sus curiosos defectos, que también recuerdo tenías un sexto sentido para percibir esos detalles. ¿Quién se fijaría si alguien trae un cinturón de diferente color a los zapatos? O peor aún ¿Cuándo me iba a dar cuenta que los calcetines no eran del color del pantalón? Eran momentos divertidos.

Ese día casi para caer la noche te quedaste callada, automáticamente me di cuenta que algo pasaba, te conozco de más y sé que esa actitud no es normal. <<Necesito vivir más, no puedo permitir que mi vida se estanque en ti, apenas tengo 21 años y tú has sido el único hombre desde 4 años con quien he estado, no quiero que esto sea así. Yo necesito conocer y si me equivoco, bueno pues será cosa mía y estoy segura que si en verdad me amas serás capaz de esperarme>>. Ahora pienso esas palabras y me doy cuenta de lo tonto, de lo enamorado que estaba. Me dolían en todo mi ser esas palabras, pero mi dignidad era tan baja que no podía decir que no, acepté tus pretextos, fingí ser tu amigo para no alejarme demasiado. Te vi abrazar a otros hombres, te vi besarlos, tuviste el cinismo de contarme que te habías metido con uno o con otro, y yo callado, aguantando el coraje.

Tú me decías que empezara mi vida de nuevo, que no podía estar soltero, que yo eran tan guapo que cualquiera querría estar conmigo, pero yo no quería estar con nadie que no fueras tú. Te acompañé como un amigo, levantándote cada vez que te caías, y esperando que ya te dieras cuenta que yo era lo que tú necesitabas. Te demostré más de una vez que para mí no había más vida si no la compartías conmigo, que nadie podía llenar esos espacios que tú conocías de memoria, y jamás me quisiste escuchar, dime ¿Por qué hoy sí? Seis años esperándote, seis malditos años de mi vida que estuve intentado recuperar lo que teníamos, y no lo logré. Hasta después de ese tiempo decidí soltarte y dejarte libre. Me ha dolido como no lo imaginas, pero en ese proceso, ahora estoy feliz, y me doy cuenta del tiempo que gasté pensando en el pasado y esperando que regresara, sin darme cuenta que el futuro me vendría lleno de gracias y alegrías. He conocido a alguien ¿Sabes? No es nada parecida a ti, es todo lo contrario, pero ella me ha demostrado que me ama y que está dispuesta a darlo todo por mí.

Dime ¿Por qué has vuelto? ¿Vuelves porque ves que estoy dispuesto a rehacer mi vida? ¿Vuelves a hacer pedazos lo que he logrado hasta ahora? Creo que te quedarás esperando, porque mis labios ahora le perteneces a alguien más, a alguien que sí los valora y que tiembla al sentirlos con los suyos, alguien que no solo quiere una vida para ella, sino una vida para ambos. Vuelves en mal momento. Si querías regresar el tiempo, debiste hacerlo hace años atrás hoy, es tarde, hoy he aprendido a valorarme y ya sé quién soy.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Él, quien murió de amor.


Al final yo era solamente su enamorado, uno más tal vez aunque estoy seguro que nadie sintió por ella algo tan fuerte como lo que yo sentía. Siempre negué a todos cuánto la amaba, me gustaba hacerles creer que era solo un amor de amigos, aunque habían quienes siempre me cuestionaban, en especial su hermano <<Estás seguro que no estás enamorado de ella>> me decía siempre, y yo fingía total desinterés. Lo cierto era que ella era todo mi camino, todo mi rumbo, ella era capaz de convertir un segundo en miles de horas o al contrario, cada que no estaba presente o la veía pasar desde lejos, los minutos eran eternos, y cuando al fin estaba a mi lado, así pasara todo el día, para mí no era suficiente, empecé a darme cuenta que la necesitaba indirectamente, aunque ella buscaba a alguien más, a otro caballero de mayor edad, entiendo que soy un poco tonto, y que aún me falta mucho por conocer pero por ella estaba dispuesto a dejar esta imagen.

Recuerdo bellos momentos en los que la soledad me atrapaba, y es normal en un chico de 18 años, y sin quererlo ni saberlo ella aparecía en mi vida, me decía cosas hermosas y me ayudaba a salir de esos espacios blancos. Recuerdo también cuando ella se sentía triste y me buscaba, al ser ella una chica tan guapa, muchos hombres la buscaban por interés y jugaban con ella, desafortunadamente nunca supo diferenciar esas cosas y entregaba el corazón a todos, a todos excepto a quien estaba dispuesto a recibirlo y cuidarlo, excepto a mí. Me buscaba llorando, pidiéndome consejos, yo la abrazaba y le hacía sentir que todo estaría bien, y así era hasta que conoció a ese hombre mayor, no llegaba tal vez a los 25 años, pero a ella le parecía muy interesante. Él la lastimaba con frecuencia y ella corría a mí a consolarse, más de una vez terminó con esa relación y por una extraña razón algo los unía. A mí me mataba el saber que le volvería a hacer daño. No había momento que más odiara que cuando la veía vertir sus lagrimas sobre mi hombro.

Aún recuerdo el día que no soporté más y le dije lo que sentía, ella me llamó porque necesitaba contarme algo importante que le había sucedido con "el otro". Cuando comenzó a contarme, sentí que las estrellas caían a cachos sobre mi, rasgando mi piel una a una. << ¿Te irás con él?>> Eso parecía, ella me abrazó y no soporté el llanto.

- ¿Sabes algo? – solté sin pensar más – Hay ocasiones en las que quisiera que si me llamaras no fuera para hablarme lo mal que lo pasan, y yo te sirva para desahogarte, te diga lo maravillosa que eres, todo lo que vales, y mañana estés con él de nuevo.
- ¿Pero qué te pasa? – Dijo con cierta extrañeza.
- Me pasa, que no soporto más. No sé cómo no te das cuenta que mi corazón se parte cada que estás con él. Que mi respiración me falta cuando me platicas que haces con él lo que jamás podré hacer contigo. ¿Sabes? Me gustaría que un día me llamaras y por primera vez me dijeras que es porque me necesitas, porque me quieres.

Ella permaneció en silencio, mirándome fijamente, yo sentía una sensación en mi cuerpo inexplicable, salí de ese lugar, la dejé ahí sin haberla escuchado. Corrí al baño y me encerré a llorar en silencio. Apretaba mis puños, mis ojos. No podía entender ¿porqué no era yo lo que ella buscaba? Yo tenía muchas amigas dispuestas a lo que yo les propusiera, pero mi vida estaba atada a la de ella.

Hoy pasan todos esos momentos en mi mente, aquí frente a su tumba, a punto de ser llevada algunos metros hacia abajo, y mi corazón acompañándola. Miro a su hermano, a su madre desconsolados, y a ese, que tanto la lastimó dejando un ramo de rosas enorme sobre ataúd, y yo con solo una pequeña flor, pero tal vez en esa flor estaba entregando más de lo que todos podían imaginarse. Caminé al féretro y la puse sobre él, mi llanto no pudo ocultarse y comencé a sacar todo lo que tenía adentro, no sé si lo llevé a eso también, pero ese hombre “el otro” comenzó a llorar  a mi lado, repitiendo muchas veces <<Mi amor, te amo>>. Y yo en silencio las repetía con él. Me jaló del brazo y me abrazó fuertemente. Y así despedí al ser que más me hizo sentir en mi vida, al ser de quien me enamoré.

viernes, 5 de octubre de 2012

Tan solo tú

He luchado contra mí mismo con tal de tenerte cerca, he cambiado incluso mis hábitos negativos pensando en ti. Eres tú a quien mi corazón desea, eres tú quien tal vez podría transformar mi mundo y llevarme de la mano a universos desconocidos. Quisiera arriesgarme a todo por ti, dejar incluso aquello que más me apasiona por estar a tu lado, y construir contigo nuevos y diferentes momentos.Cada que te miro creas en mí nuevas sensaciones, y siempre son mejores. Nunca creí volver a sentir por alguien lo que he sentido por ti, fue solo un momento, pero desde el primer instante que te vi pasar supe que eras tú a quien yo quería. Me aterra el pensar que tú no compartes ni un poco de lo que yo siento, no sé cómo demostrarte lo que haces en mí sin parecer un idiota. Quiero creer que todo es cuestión del tiempo, porque el destino me ha dado señales que serás tú quien detenga mi vida y por fin logre enamorarme. Tengo esta ilusión tan metida en mi corazón, que quisiera salir corriendo de este lugar y buscarte, tener el valor de compartir una conversación contigo, lejos de un simple saludo. A mi alrededor hay muchas personas, algunas interesantes y otras no tanto, pero en mi mente solo habitas tú, solo espero el verte una vez más, coincidir contigo, tenerte de frente y comenzar a enamorarte. Sé que no es tan fácil, pero si es mi corazón quien me guía, nada podrá impedir que estés aquí, conmigo.

Aún estoy dispuesto a seguir luchando, seguir arriesgándome por ti, a pesar de quienes me rodeen, no quiero tener ojos para nadie más, quiero que mi mirada solo se dirija a ti. Eres la única persona capaz de transformar mis malos días es días extraordinarios con tan solo una sonrisa. ¡Quiero que sepas que estoy aquí! ¿Cómo te lo demuestro? ¿Qué quieres que haga para convencerte que estoy dispuesto a darte todo lo que necesites? Tengo mucho amor guardado en mí, y que de una u otra manera lo he estado reservando a ti, aún sin saberlo, y sin antes conocerte ya te pertenecía.

¿Deberé esperarte también yo? No lo sé, pero si es así, esperaré por ti, no importa cuánto tiempo. A partir de este momento he decidido cerrar mi corazón y mis sentimientos hasta el día en que tú los tomes, hasta que me hagas tuyo.

viernes, 17 de agosto de 2012

El precio de una juventud.


    Tenía yo solo 17 años. A esa edad ¿qué te puede preocupar si no pensamos más que en el amor y el desamor? Era yo un pequeño que buscaba ser grande, que quería a toda costa vivir una vida que aún no era la que debía. Una edad en la que el vicio y la fiesta eran primordiales para mí y mis amigos, no tomábamos precauciones de nada, llegábamos a creer que entre más problemas ocasionáramos más grandes y maduros éramos, eso sí sin que nuestros padres se enteraran, sino entonces regresábamos a ser los niños berrinchudos que dependíamos de nuestras familias.

     Casi todos compartíamos la misma edad, excepto uno que solo tenía 16 y el más grande estaba solo a días de cumplir 18, por lo que teníamos una mentalidad muy similar todos, excepto el más pequeño, extrañamente era el que más nos regañaba o nos intentaba prevenir el peligro, pero como es suponer de miedoso y marica no lo bajábamos. Tal vez yo debí hacerle caso, y no solo yo, todos. Pero a esa edad ¿qué nos van a preocupar las consecuencias? Seguían siendo emociones fuertes. De los siete casi adolecentes que éramos solo habíamos dos que guardábamos la virginidad, y digo guardar porque siempre habían momentos en que podíamos perderla muy fácil. Ninguno de nosotros era feo, claro habían algunos mejor parecidos que otros, la situación económica era buena, así que no teníamos problema con las mujeres. Los otros chicos siempre nos hacían burla por lo que éramos, pero no llevábamos prisa, al decir verdad, yo disfrutaba besar a las chicas y meterles mano, pero más de ahí no me daba la gana.

     Recuerdo que un día en una fiesta de alguien que yo jamás conocí, había una chica bastante atractiva. Era una de esas fiestas donde no hay censura alguna, todos se meten lo que quieren y quien sea puede terminar con cualquiera. En esa fiesta se había planteado únicamente que no podía haber sexo en frente de los demás, para eso habían destinado algunos cuartos o incluso el baño, y entendiendo por sexo únicamente que hubiera penetración de otra manera estaba permitido. Era una locura total. Diego, que era el más joven de nosotros me pidió que nos marcháramos, que no se sentía cómodo en ese lugar. Yo le pedí que se quedara conmigo, y que no tuviera miedo. Él acepto mi propuesta, y en toda la noche no se separó de mí. De un momento a otro, sentí la mirada de alguien muy fuerte, al voltear a ver era esa chica, hermosa, de un cuerpo perfecto, y un gran escote que a cualquiera haría sudar. Yo le hice un gesto con la cara, y ella me lo correspondió, pero un hombre llegó a sus espaldas y se la llevó, tal vez fue lo mejor. Yo me sentí como un idiota, y seguí bebiendo. Uno de los chicos me ofreció una pastilla, me aseguró que con esa la pasaría de poca madre, yo la recibí sin intención de tomarla, no estaba tan loco o tan borracho. Sin embargo sí la consumí ¿Por qué? Simple, Diego me pidió que no lo hiciera. Me la tomé solo por fastidiarlo, no perdí el sentido, pero sí mi valor. Pedí otra de esas pastillas a ese chico, en esa ocasión me la cobró, fui hasta Diego, y sin que se diera cuenta la eché en su bebida.

    La noche avanzó, y yo comencé a sentir mucha excitación sexual, no sé qué me había dado con esa pastilla, pero incluso mi respiración comenzaba a aumentar. No pude evitar sentir el calor de Diego a mi lado, y me excitaba más. Yo estaba consciente de que estaba bajo la dosis de esa cosa, y que yo no era puñal, así que aguanté mis deseos en ese instante. Entre la gente vi sentada a la chica <<Es ahora o nunca>> me dije. Caminé hacia ella y le hablé, ella ya estaba algo borracha y no sé si drogada, el punto es que congeniamos a la primera, me la llevé al sillón donde estábamos Diego y yo, y prendimos un poco el ambiente. Nos besamos tanto que yo estaba extremadamente excitado, ya no podía soportarlo. Diego estaba a un lado, tocándose, cuando lo vi lo hice que se integrara a nosotros, él aceptó, ella nos jaló y nos llevó hasta una recámara, donde pasó de todo. Fue una noche realmente alocada, era mi primera vez con una mujer impresionante, y con uno de mis amigos, para él también era la primera vez. Lo hicimos tantas veces que creo después de eso terminamos siendo expertos. Ella tenía un cuerpo único, ni una marca, nada. Senos perfectos, era mayor que nosotros, tal vez unos cuatro años, por lo que en experiencia nos ganaba por mucho. Hicimos lo que ella quería que hiciéramos, incluso entre Diego y yo, pero al momento no nos importó.

     ¿Porqué les he contado esta historia? Simple, porque hoy cumplo 21 años, y desde ese día marqué mi vida para siempre. Decidí entregarme a una cualquiera, y no solo eso, hice que uno de mis mejores amigos lo hiciera también, y sin que él lo supiera, hasta hoy no he tenido el valor de confesar lo que hice. Quisiera que esa noche nunca hubiera sucedido, haberle hecho caso a Diego cuando me pedía que nos marcháramos, o que no tomara esa pastilla. Fueron muchos errores en un solo momento y ahora estoy pagando con ello. Cumplo 21 años pero también estoy siendo parte del entierro de Diego. Él nos abandonó hace algunas horas, su agonía ya no paraba, era desgarrador verlo en esa situación, situación en la que sin duda estoy condenado a vivir. ¿Preguntas de qué murió Diego? Más te habría valido no preguntar, esa noche esa mujer nos contagió de una enfermedad mortal, así es SIDA, y hoy estoy pagando las consecuencias de mis actos. Me siento arrepentido, pero sobre todo, me siento miserable al saber cuánta gente no está en mi mismo caso. ¿Cuántos no podrían prevenir si tan solo tuvieran un poco de conciencia? O tal vez solo un condón.

     Yo rezaré a Diego para que sus palabras que están pensando lleguen a él, aunque sé que me están destrozando y que estarán diciendo lo peor de mí. Me lo merezco, y me merezco este sufrimiento y mucho más, es el precio de una juventud sin límites.

viernes, 10 de agosto de 2012

Instintos bajo la piel (Parte 5)


Las horas en ese cuarto pasaban tan lentas que llegué al grado de aburrirme incluso de mí, ya no quería escucharme pensar, ya estaba cansada de idear cosas y ponerme a soñar, que era lo único que podía hacer. Por ratos tomaba mi libro, comenzaba a leerlo, unos cuantos párrafos y no entendía nada de la lectura, creo que en todo el día no logré leer ni siquiera seis páginas. Estaba completamente desesperada, no quería pensar tampoco en el sacerdote, y mucho menos en Ximena, estaba harta de todo y de todos, me recosté sobre mi cama e intenté poner mi mente en blanco, cerré mis ojos, creí que si dormía el tiempo pasaría más rápido, y así fue, creo. No me di cuenta cuando llegó Ximena, solo recuerdo haber amanecido al día siguiente con mi ropa de dormir y con las cobijas encima, lo que quería decir que Ximena lo había hecho todo. La volteé a ver y estaba completamente dormida, su cabello se veía caer sobre la almohada, y su bella figura por encima de las sábanas. Era un nuevo día, y ahora tenía que ver a qué me enfrentaría. Me puse de pié y comencé a arreglarme, no sé si el dormir me haya ayudado a aclarar mis ideas, al ponerme de pié me sentía completa, me sentía nueva y claro sentía esos deseos tremendos de tirarme al padrecito, después de todo, el castigo no funcionó.

Me fui a la ducha mientras Ximena dormía,  no quería despertarla, si ella había hecho algo por mí, yo también podría dejarla unos minutos más. Aún el convento estaba solo, me extrañó no ver a ninguna despierta, en situaciones normales, mi mente hubiera dado para hacer cualquier locura, pero en ese momento no sentí ningún deseo. Las regaderas estaban solas, nunca había estado así, me desnudé y entré al agua. Fue una ducha bastante buena, hacía tiempo no tenía una como esa, o al menos desde que entré al convento. Por primera vez sentí que mi piel se erizaba con la caída del agua, la sentí sobre mis pechos, hacia mi cintura. El agua tibia resultaba bastante excitante para mí, acaricié mi cuerpo, me atreví a sentirme en un lugar donde en cualquier momento entraría alguien. Mi mente tan pervertida comenzó a imaginar lo que sería de mí si en ese momento entrara el sacerdote, o más bien, qué sería de él. Lo llevaría conmigo, lo despojaría de sus ropas tan anticuadas y lo metería al agua. ¿Cómo actuaría él ante eso? No lo sé, tal vez me rechazara, o tal vez no, lo único cierto es que nadie me podía evitar imaginarme su cuerpo desnudo rozando con el mío, y nuestros labios… bueno, nuestros labios cruzados entre besos, mordidas y de más, mientras recorre con sus manos todo mi cuerpo. Vaya que fue un buen sueño, incluso hoy se antoja que hubiera ocurrido algo similar en algún momento. Después de algunos minutos llegó la primera, como siempre saludando muy contentas por la mañana, como si ignoraran el patético día que nos espera. En fin salí de ahí casi instantáneo, tomé mis cosas y me fui a mi habitación. En el corredor estaba la madre superiora, cuando la vi, quise esconderme debajo de la puerta más cercana, me miró y dio unos pasos hacia mí <<Me da gusto que ya estés preparándote, eso habla muy bien de ti Fernanda>>. Como si lo hubiera hecho por disciplina, la verdad es que ya no soportaba estar acostada y mucho menos encerrada en ese cuarto tan pequeño. Se dio la vuelta y se metió a las regaderas también. Ximena aún seguía en la cama, no lo entendía, siempre se levantaba antes que yo, intenté despertarla, pero no pude, estaba como una roca. Terminé de vestirme creyendo que en cualquier momento se daría cuenta entre sueños de la hora y despertaría.

Salí de la habitación en cuanto terminé mis deberes ahí, nuevamente moví un poco a Ximena para que reaccionara, pero tampoco tuve suerte. Me fui al desayuno, siempre llegaba tarde y no alcanzaba a comer bien porque tenía que estar en misa casi al instante, así que ese día lo hice antes, creo que eso de haberme levantado un poco antes me permitió estar de mejor carácter. Llegué a la cocina y apenas habían algunas, me senté algo retirado de las demás y disfruté mi desayuno, no era muy bueno, pero era eso, o aguantarme el hambre hasta el fin de semana. Yo suponía en cualquier momento llegaría Ximena, aparte su comida pero no llegó. La superior nos llamó a misa, y tuve que devolver su comida. Dentro de la iglesia era el único sitio donde amaba estar hasta atrás, ahí podía ver al resto, algunas cabeceando, otras que les ganaba el sueño durante el sermón, y otra, o sea yo, no parpadeaba ni una sola vez, si lo hacía no podría reírme de esas monjitas dormilonas que no soportaban el sueño, y lo más importante, me perdería de algunos momentos de ver a mi hombre. A él siempre se le veía entero en las ceremonias, era como si fuera medio día o algo así. Su manera de hablar era encantadora, claro que yo no ponía atención a lo que decía, sino cómo lo decía. Cuando nos acercábamos para la comunión era el momento más importante del día, era como un momento íntimo entre él y yo, solo que él no lo sabía. Creo que nunca notó la manera en que yo tomaba la ostia, la mayoría de las monjas lo hacían con la cabeza abajo, pero yo no le quitaba la mirada al padrecito. Él no me volteaba a ver, como a todas solo miraba la ostia y que entrara en la boca. En momentos me daban ganas de quitarme el hábito justo frente de él para que me mirara, pero eso sería absurdo y por supuesto me echarían de ahí.

Ximena no llegó ni a la ceremonia, eso ya era preocupante, regresé al cuarto y estaba en la misma posición en la que la había dejado, no había movido ni un músculo, me acerqué a ella e intenté animarla, una sensación rara sentí en mi cuerpo, como si me estuviera pidiendo ayuda de algún otro modo. Salí del cuarto gritando fuerte, lo más rápido que podía pidiendo ayuda, diciendo que algo le pasaba a Ximena. Algunas chicas corrieron a auxiliarla, le revisaron todo, y vieron que no reaccionaba, al parecer tenía altos grados de temperatura, corrí con la superior y le dije lo que pasaba, fue inmediatamente a la habitación y ordenó llevarla a revisión.

-No te preocupes Fernanda – Me dijo la superior. –Estará bien, solo será alguna infección.
-Claro, era un poco raro que no estuviera con nosotros. – Añadí.
-Bueno, si gustas más tarde puedes pasar a verla a la enfermería, seguro se pondrá mejor, por hoy debo encargarte la tarea que ella tiene. ¿Sabes cuál es?
Me quedé echa una momia, no podía creer lo que me estaba pidiendo, dentro de mí me alegré de que Ximena se hubiera puesto mal, una vez más gracias a ella daba un paso adelante. – Sí, claro que la sé, ahora mismo lo hago.